viernes, 20 de febrero de 2009

minuto 20

Cuando el fuerte dolor la invadía por dentro, sentada en aquel portal frío, apareció aquel hombre, con el pelo despeinado, con una de las mejores narices que había mordido en toda su vida. Venía hacia ella con su inseparable cigarro. El tabaco le parecía desagradable, pero sexy. A él por lo menos, le hacía sexy, irresistible y perfecto. Todavía no se había acercado del todo, cuando ella empezó a estremecerse. Escuchó su voz y se acercó a darle dos besos. El contacto de su piel fría con la cálida de él le hizo ponerse todavía más nerviosa. No le quería. Tampoco le amaba. Pero necesitaba tenerlo. Unos le llaman capricho, otros despecho. Ella no le tenía nombre alguno. Tras hablar un poco, la invitó a su casa. Vivía a dos manzanas de allí, en un piso bastante bonito y amplio. Cuando llegaron, él le cogió su abrigo negro y lo colgó en la silla mientras ella se acomodaba en el sofá. Le propuso ver una película de miedo. Ella encantada, aceptó. Cuando la película estaba por el minuto 20, él comenzó a posar su mano en su pierna. Cuando su mano se iba moviendo hacia arriba, ella comenzó a sudar. Se besaron y se olvidaron completamente de la película. Sus cálidas manos empezaron a tocar su cuerpo frío y sus labios con sabor a clorofila besaron cada centímetro de su pequeño cuerpo.

viernes, 6 de febrero de 2009

No llores, pequeña.

Su mayor miedo es la soledad. Le tiene pánico. Cuando se siente sola, llora. LLora hasta que no puede más. Llora con ansia, con rabia. Llora porque no se siente querida y amada. En las frías noches, se cubre con las sábanas y llora en la almohada. LLora hasta empaparla de lágrimas. Llora bajo, para que nadie pueda oírla. Llora por amor; por amistad. Llora porque él nunca estuvo presente en los malos ni buenos momentos, ni lo estará. Llora porque no entiende su manera de ser. No entiende sus sentimientos y en realidad parece una niña caprichosa que no sabe ni lo que quiere, ni lo que siente. Llora por sus rarezas, por su comportamiento en determinadas situaciones. Llora por pequeños problemas. Llora porque él no está ni estará en su cama todas las noches ni a su lado por las mañanas. Llora porque necesita sentirse deseada.
Pequeña, lo que no soporto es que no paren de caer lágrimas por tus ojos. Soportaste tormentas temblando de miedo, soñaste con los ojos abiertos. Y ahora lloras como la niña que nunca dejaste de ser, es hora de crezcas y te des cuenta de que esto es lo que hay, tendrás que sufrir si algún día quieres saber que es la felicidad, tendrás que llorar para valorar tus sonrisas. Y ahora, porfavor levantate y sécate las lágrimas.