lunes, 20 de julio de 2009

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Él es como mi salvación, aunque nunca pude ver su mirada, si pude escuchar su voz, esa voz que me transmite tanta paz, que me hace sentir bien, me hace sentir completa a pesar de los obstáculos e interferencias que hay entre nosotros. Tampoco pude observar, tocar ni oler sus manos, su piel, aunque me lo imagino. A veces mi imaginación puede ser muy grande. Porque él tiene algo. Algo que hace que se convirtiera en alguien importante para mi. Y sí, aunque suene raro e imposible, sé que algún día, mañana, dentro de 6 meses, dentro de 3 años, o dentro de 50 podré descubrir que hay dentro de esa mirada y del tacto de su piel. Porque sé que las ilusiones, los deseos no se desvanecen así como así. Y también sé que su recuerdo no se irá y dudo que mi recuerdo se vaya de él tampoco. Y que existirá ese momento en el que nos crucemos, y sus ojos se encuentren con los míos. Y cuando eso ocurra, todo el pasado y todo el futuro perderán completamente su importancia y sólo existirá ese momento.

miércoles, 1 de julio de 2009

Hasta que se agote el último gemido de mi corazón.

No estoy enamorada de ti, pero te estaría observando al menos 5 minutos mientras estás durmiendo y te regalaría mi mejor sonrisa por las mañanas al ver que estás a mi lado. Me dejaría besar, acariciar y morder. Me dejaría y también lo haría. Me gustaría saber a qué saben tus besos y también que olor tiene tu piel. Saber que estás muy cerca de mi y que beses cada centímetro de mi cuerpo. Que tus dedos se deslizaran por mi espalda y que me llegara un escalofrío cerca del cuello. Me perdería en tu boca, para no volver nunca. Que muerdas mi oreja, mi nariz y todo lo que encuentres por el camino. El labio, muérdeme el labio también. Dejaría que formaras un recorrido con tu lengua por mi cuerpo. Te besaría tan hondo, que acariciaría tu alma con mi lengua. Dejaría que la noche sea nuestra cómplice. Esta noche sólo seremos tu y yo; no existirá nada más. Sólo tus manos entrelazadas en las mías, y tus labios con los míos. Te permitiría devorarme, comerme y saborearme. Recorrería tu pecho lentamente, sin prisa hasta que te mueras de placer. Te recorrería el alma, bebería tu cuerpo y conseguiría erizarte la piel con mis besos. Me dejaría querer y te querría como nunca.