Aquella noche, su voz, sus palabras, sus susurros.
Él tragó saliva y le preguntó preocupado:
-Pequeña, ¿tienes miedo de algo?
-Si, tengo miedo de que todo esto acabe - dijo ruborizándose.
-No tengas miedo. Te quiero. No me iré.
Y se fue. Y ya van 40.
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