martes, 16 de diciembre de 2008

como un juego divertido;


Quizás las cosas pasan porque tienen que pasar, o al menos eso dicen los filósofos. Ella se sentía sin fuerzas. El ambiente estaba cargado de soledad y de pena. Pero le gustaba lo que estaba haciendo. No le importaba nada lo que tuviera que sufrir. Lo tenía que hacer y punto. Le daba igual que el remedio fuese peor que la enfermedad. Porque lo quería conseguir. No le importaba el precio. Iba a quitárselo de su cabeza. Y mientras lo hacía, tenía sus ratos divertidos. Porque aunque le quería, tenía su personalidad un tanto cruel y le gustaba verle sufrir. Le encantaba. En realidad lo que estaba haciendo era MUY divertido. Quería verlo sufrir tanto, o incluso más de lo que ella había sufrido. No se iba a rendir. Lo conseguiría; aunque fuese lo último que hiciera en esta vida.

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